sábado, 14 de octubre de 2006

Crecer...

Uno de los instintos, no sé si primarios, es crecer en sabiduría y madurez. Debemos hacerlo toda la vida, no vale pararse, y conlleva siempre cierto esfuerzo y sacrificio. Cuando uno aspira a un puesto superior de cualquier índole (laboral, afectivo, social...) que no se imagine que es para vivir de puturrú de fuá. No hay nada gratis, conlleva cosas buenas y cosas malas, y debemos ser conscientes de ello y aceptar de buen grado ambas caras de la moneda.
La felicidad está en el camino de la felicidad. Mientras deseemos algo, seremos felices esforzándonos para conseguirlo, pero cuando lo tenemos, nunca es motivo de felicidad final, siempre debemos aspirar a otra meta, y esforzarnos de nuevo por ella. Simplemente, hay que aspirar a seguir creciendo, respetando el escalafón.
Asimismo, es motivo de satisfacción ayudar a crecer y a mejorar a los demás. A veces te miran extrañado pensando qué interés puedes tener en ello, pero suelen aceptar la colaboración. Siempre que no suponga ningún perjuicio para nosotros, sembraremos a nuestro alrededor un círculo de bondad que nos retornará de forma enormemente gratificante. Todo aquel que intenta arañar de su entorno lo que pueda en su provecho, podrá obtener algunos beneficios, pero a costa de qeu el "sistema" (osea, los demás) fabriquen a su alrededor una muralla defensiva, por lo que, progresivamente, al tío jeta ese le será cada vez más difícil aprovecharse del prójimo y se volverá al equilibrio.
No os olvideis, hay que crecer, individual y colectivamente. No estamos terminados, nos queda mucho camino por recorrer.
Nos vemos al final. Un abrazo a todos.

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