lunes, 6 de diciembre de 2010

Valle inquietante

Masahiro Mori (sí, hombre, el colegui ese) estudió ya hace 40 años la empatía de los humanos con respecto a las máquinas. Y dedujo que, justo antes de tomar a los robots por compas, se produce un fuerte rechazo, similar al que nos produce la visión inmediata de la muerte, o zombis, para recuperarse después cuando los hacemos de la familia.
El aspirador ese Roomba es un ejemplo. En EEUU, un 30% de los usuarios le han dado género, un 20% nombre, y un 15% le han comprado algún accesorio para "vestirlo".
Otro paisano (Takanori Shibata) ha estado 15 años fabricando robots de compañía, y no ha triunfado hasta que ha fabricado animalitos con los que no estábamos familiarizados (había sacado perros y gatos, cuyo comportamiento estábamos acostumbrados a conocer) y al final ha hecho una foquita, Paro, y un dinosaurito, Pleo, y además les dota de comportamiento imprevisible, para lo que actualiza constantemente su software con sonidos, respuestas...

La Jovovich estará patentada, que seguro se le ha ocurrido también.

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