jueves, 17 de marzo de 2016

HAYLOS EN TODAS PARTES

Un complejo proceso

Como explica el portal web de Discovery Max, la automomificación era un procedimiento muy duro y riguroso practicado sobre todo en Japón.



Durante 1000 días, el monje llevaba una estricta dieta de frutos secos y semillas para desprenderse de la grasa corporal, seguida de otros 1000 días durante los cuales sólo podía ingerir raíces y cortezas de árbol. Una vez completada la primera fase, el monje debía beber un té venenoso hecho de extractos de un árbol japonés que provocaba vómitos y pérdida de fluidos corporales, dejando además el cuerpo demasiado envenenado para ser comido por los insectos y las bacterias.
Cuando ya apenas era un esqueleto viviente, el monje era colocado dentro de una tumba y equipado con un tubo para respirar y una campana. Sin poder moverse de la posición del loto, el monje tocaba la campana cada día para comunicar al exterior si seguía con vida.
Cuando dejaba de sonar, se daba por hecho que había muerto y se retiraba el tubo de respiración para sellar la tumba.

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